¿Qué tienen en común un hipopótamo, un poema soviético y un sacrificio en el ajedrez? La imaginación de Mijaíl Tal va más allá del tablero, ofreciendo una visión no solo del dominio del ajedrez, sino también de cómo los seres humanos (y la IA) llegan a conocer.
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Mijaíl Tal y la aparición de un hipopótamo en pleno torneo
Es 1964, se juega el trigésimo segundo campeonato de la antigua Unión Soviética en Kiev. En uno de los tableros, la batalla inicia con la defensa Caro-Kahn. Ahí está el llamado “mago de Riga”, Mijaíl Tal, quien lleva las piezas blancas. Enfrente tiene a Eugenio Vasiukov.
Tras la apertura, después de 18 jugadas, la posición no es fácil de desenmarañar. Entre los posibles movimientos que visualizó estaba el sacrificio de un caballo, pero no estaba del todo claro.
En palabras de Mijaíl Tal:
“…habían un buen número de variaciones posibles, pero cuando de forma conciente comenzé a trabajar en ellas, horrorizado me di cuenta que nada bueno salía de ellas. Las ideas se acumulaban, una tras otra. Llevaba una respuesta ingeniosa de mi oponente, que parecía factible en un caso, hacia otra situación en la que probaba ser completamente inútil. A causa de ello, mi cabeza se llenó de una miríada caótica de todo tipo de movimientos; y el famoso ‘árbol de variaciones’”, del que los entrenadores recomiendan eliminar las pequeñas ramificaciones, se expandió con una rapidez increíble."
Fue en ese momento que “el mago de Riga” se olvidó un poco de la partida y recordó las dos líneas finales del poema El teléfono.
El poema pertenece a Kornei Ivanovich Chukovski, quien es considerado el autor de libros para niños más querido de la Unión Soviética.
La escritura de Chukovsky se caracterizó por su sentido del humor, el juego de palabras y patrones rítmicos. Esas dos líneas finales decían:
“¡Ah, qué tarea tan difícil es / sacar del pantano el hipopótamo!”
Y en ese momento Tal comenzó a preguntarse cómo sacar al hipopótamo del pantano. Ensayó varias alternativas: una escalera de cuerda, gatos hidráulicos, helicópteros y palancas.
Y, finalmente, nos dice:
“Pues, bien, ¡que se ahogue!”. De repente, desapareció el hipopótamo. Se fue del tablero así como había aparecido: ¡por su propia voluntad! De inmediato, la posición no parecía tan complicada. Me di cuenta, de algún modo, que no era posible calcular todas las variaciones y que el sacrificio del caballo era, por su propia naturaleza, extrictamente intuitivo. Y dado que ese sacrificio prometía una partida interesante, no podía abstenerme de no hacerlo.
Y así, tras 40 minutos, ya sin calcular las variaciones, Tal sacrificó su caballo y, a la postre, terminó ganando la partida.
En un artículo periodístico del día siguiente, sin que el escritor conociera la historia del hipopótamo, apareció escrito que Tal “tras 40 minutos de reflexión, realizó un sacrificio de caballo bien calculado”. Claro está que no fue así.
En Tal se fusionan trazos de creatividad, imaginación, amor por el ajedrez, por las humanidades y la expresión artística, sacrificios en el tablero, ingenio, humor, etc.
La anécdota del hipopótamo es un claro ejemplo de su amor por la literatura y la complejidad de su pensamiento.
Recordemos que estudió y dio clases de literatura y su tesis se tituló La sátira en la novela‘Doce sillas’de Ilf y Petrov.
La anécdota es recogida en The Magic Tactics of Mikhail Tal, de Karsten Muller y Raymund Stolze; en The Life and Games of Mikhail Tal, de Mijaíl Tal; y en How Life Imitates Chess, de Gari Kasparov.
Dicha anécdota de Tal es un trabajo creativo semejante, en un sentido, a lo que encontramos en el cuadro de Las Meninas de Diego Velázquez o a la representación que se encuentra en uno de los mosaicos de la entrada de Hangia Sophia.
Al igual que en esas obras, Tal emplea una figura retórica denominada mise en abyme (construcción en abismo) que puede ser empleada en otras esferas, como la pintura, cine, literatura, etc.
De acuerdo con el Diccionario de Retórica y Poética de Helena Beristaín, la construcción en abismo es:
“El desarrollo de una acción dentro de los límites de otra acción… Esto ocurre cuando un personaje de la historia relatada toma a su cargo la narración de otra historia, ocurrida en otro espacio, en otro tiempo… convirtiéndose así en un personaje narrador.”
En el poema de El Teléfono de Chukovski el personaje principal, de identidad desconocida, recibe una llamada tras otra de distintos personajes: un oso polar, un cocodrilo, chimpancés, un oso grizzly, flamingos, un cerdo, un oso polar, una foca, una gacela, un venado, un canguro y un rinoceronte —éste último es quien le llama para que ayude al hipopótamo a salir del pantano—.
Todos esos animales plantean situaciones o problemas que requieren la intervención del personaje principal, lo que le deja sin dormir tres días seguidos.
Las últimas dos líneas del poema ("¡Ah, qué tarea tan difícil es / sacar del pantano el hipopótamo!") es la síntesis de toda esta fábula lírica.
Sacar el hipopótamo del pantano representa solucionar los problemas planteados tras cada llamada telefónica. Problemas que, acumulados, son como el gran peso del hipopótamo y como las variaciones posibles en la posición 18 del tablero de Tal y Vasiukov.
En este caso, Tal es el personaje de la primera historia relatada: el ajedrecista que, jugando la defensa Caro-Kahn con blancas, tiene el problema de calcular y evaluar líneas o variaciones de forma interminable en una posición compleja.
Y Tal también es, por similitud de la situación en la que se encuentra, el personaje de El Teléfono, a pesar de que parezcan disociados o de que Tal no nos dé más explicación.
Pero, ¿cuál es la riqueza y la enseñanza de Mijaíl Tal con su fábula lírica?
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Tal: el conocimiento por la intuición en la época de la IA
Como figura retórica, la construcción en abismo ha sido utilizada para varias cosas, entre ellas:
Cumplir una intención lúdica
Difuminar la relación entre realidad y ficción, entre vida y literatura
Crear la autoreflexión en una narrativa
Representar el proceso de creación en la obra misma
Pero la función que nos interesa es la que le sirve al narrador como estrategia heurística, es decir, de hacer comprensible un problema mediante atajos o métodos simplificados mentales.
En este caso, es hacer comprensible la recursividad de los problemas del cálculo sobre el tablero, así como los problemas que surgen tras cada llamada telefónica en el poema.
Y, sin embargo, no es la única heurística que utiliza Mijaíl Tal. Hay otro elemento del que se vale y que en algunas ocasiones ha sido considerado como heurística: la intuición.
Con respecto a esto, recordemos que Tal le da otro final a el poema El teléfono:
“¡Que se ahogue el hipopótamo!”
El poema original termina con la repetición de un problema tras otro. Pero el “mago de Riga”" decide que el hipopótamo, como representación del gran problema, debe morir.
Y al mismo tiempo, sobre el tablero de ajedrez, el caballo debe ser sacrificado.
La intuición de Tal es que dadas las circunstancias dadas (la recursión infinita del cálculo y del surgimiento de nuevos problemas) es mejor que muera el hipopótamo y que sea sacrificado el caballo.
Recordemos las siguientes palabras de Tal:
“…el sacrificio del caballo era, por su propia naturaleza, extrictamente intuitivo. Y dado que ese sacrificio prometía una partida interesante, no podía abstenerme de no hacerlo.”
En el español se distinguen al menos tres acepciones de la palabra ‘intuición’: 1) como corazonada, presentimiento o clarividencia; 2) como facultad de comprender las cosas instantaneamente, sin necesidad de razonamiento; y 3) como percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.
La última de estas definiciones es filosófica. Y sabemos que la historia de esta palabra tiene su origen en el latin medieval.
Siglos después, Kant dirá: “Todo conocimiento humano se inicia con intuiciones, pasa de éstas a los conceptos y termina en las ideas.”.
El hecho de que la corazonada y el presentimiento y la percepción instantánea de una idea o una verdad confluyan en la palabra “intuición”, nos habla de lo poderoso que es este concepto para nuestro conocimiento.
De hecho en el famoso libro Game Changer, Gary Kasparov dice “Las evaluaciones de AlphaZero se encontraban más cercanas a mi sentimiento intuitivo sobre una posición dada”.
Lo que llamó la atención de jugadores de la élite del ajedrez de las victorias de AlphaZero sobre Stockfish fue la manera en que se dieron éstas: ataques sorpresivos por los flancos, sacrificios de peones o piezas mayores para tener mayor actividad de las piezas mayores; en general, un ataque y defensa intuitivos, a diferencia del enfoque calculista de Stockfish.
Recordemos que la inteligencia artificial de nuestros días, basada en redes neuronales, tuvo como campo de pruebas el juego de Go y después el ajedrez, de ahí los famosos hitos de AlphaGo y AlphaZero.
De acuerdo con Howard Garner, en The Mind’s New Science, los primeros programas de computadora fallaron en representar el proceso cognitivo humano, porque los seres humanos “emplean heurísticas, estrategias, sesgos, imágenes y otros procedimientos vagos y aproximativos”.
Para poder superar este problema, los especialistas tuvieron que ingeniar programas que pudieran aprender, y se basaron principalmente en los estudios de psicología, lingüística, antropología, inteligencia artificial y neurociencias.
Con el nuevo enfoque de sistemas de aprendizaje, AlphaZero:
“…funciona más como el cerebro al aprender conocimiento de forma implícita mediante la experiencia; de hecho, refleja más de cerca aquello que consideramos nuestros procesos intuitivos, lo que hace que estos sistemas sean más apropiados para lidiar con tareas complicadas del mundo real, porque están entrenados de la misma manera que nuestros cerebros, es decir, mediante la experiencia”. (Game Changer, Matthew Sadler y Natasha Reagan)
La anécdota de Mijaíl Tal, desde un campo tan estrecho como el juego de ajedrez, nos recuerda hoy en día, en un contexto de avance de la IA, que el abrumador cálculo de variaciones (y el consiguiente terror que puede hacernos sentir) sólo es una entre otras vertientes en la que puede desarrollarse el conocimiento humano.
Otra vertiente es la intuición, así como las demás heurísticas que encontramos en otras áreas tan diversas como la literatura.
Para quien se dedica a la enseñanza del ajedrez para niños y jóvenes, un asunto crucial es preguntarse cómo ayudarles a desarrollar mejores intuiciones, cómo hacer que su aprendizaje sea más rico y útil para resolver problemas, qué estrategias son las más útiles para cada uno, etc.
Mikhaíl Tal no era una máquina, no era sólo ajedrecista, tenía una personalidad compleja e interesante que manifestaba sobre el tablero. Su anécdota es una reivindicación de la intuición frente al cálculo.
La historia de Judit Polgar
también es clave en el contexto de la IA, la educación y la creatividad, por lo que te recomendamos que leas más sobre ella.
Para seguir leyendo
Howard Gardner, The Mind’s New Science.
Beristaín, Helena, Diccionario de Retórica y Poética.
Peter Hühn, John Pier y Wolf Schmid, Handbook of Diachronic Narratology.
Mikhail Tal, The Life and Games of Mikhail Tal.
Karsten, Mueller y Raymund Stolze, The Magic Tactics of Mikhail Tal.