Pepe Cuenca: el genio de la narración ajedrecística
En el mundo de habla hispana, no existe actualmente alguien que narre una partida de ajedrez con la originalidad que despliega el gran maestro José F. Cuenca Jiménez.

Pepe Cuenca, el genio de la narración ajedrecística
Pepe Cuenca, el oriundo de Granada, España, gana tracción no sólo entre los seguidores del ajedrez por el estilo de sus narraciones en las retransmisiones de torneos o por el resumen que realiza de las partidas de ajedrez. En alguna ocasión, durante una retransmisión, un padre de familia le escribió por el chat que su hijo tenía problemas de atención, y que todo se solucionaba cuando Pepe Cuenca narraba. No sería exagerar que una parte del inteŕes que el ajedrez despierta hoy en día entre la juventud y los nuevos seguidores de habla hispana se debe no sólo a la publicidad de los torneos oficiales, sino también a la forma en como el ajedrez es presentado a una potencial audiencia. Y, en este sentido, Pepe Cuenca, como narrador, también es un personaje clave para la popularización del juego del tablero de las 64 casillas.
El mérito no es menor. Atraer a nuevos seguidores hacia el ajedrez no lo hace cualquiera. De entrada, para algunos, ver el desarrollo de una partida es una actividad soporífera, pesada, aburrida y muy complicada de entender. Hacía falta alguien que reviviera a los muertos y despertara mentes adormecidas. Cuenca bien podría ser el exorcista del aburrimiento. Y bien vale preguntarnos cómo es que él logra hacerlo.
De la creatividad a la desinhibición de Pepe Cuenca
Una parte de la respuesta está en la índole del narrador y del comentarista en pantalla, en la transformación que sufre en el momento en que toma el micrófono y comienza su exhibición. Cuando comparte el micrófono no es el mismo, se limita. Pero cuando lo dejan solo o hace la recapitulación de partidas muestra su capacidad y talento y se revela a sí mismo con esa espontaneidad y la desenvoltura que lo caracteriza.
Suele enganchar con todas las edades, sin importar el género. Y es que Cuenca es creativo y desinhibido al mismo tiempo. Se mantiene fresco con las tendencias actuales. Aprovecha de ellas para crear su propio estilo. Lo mismo habla del reguetón como de series famosas. Es inquisitivo, inquieto, curioso, con un amplio sentido del humor. Las dos horas, o más, que puede durar una partida de ajedrez en total silencio dentro de la sala de juego se pueden soportar cuando Pepe Cuenca está presente en la retransmisión. Es instructivo y divertido, he ahí la clave. Él también es jugador, gran maestro. Domina su campo y puede pasar del lenguaje especializado del ajedrez al lenguaje más profano de la audiencia. Y lo puede hacer porque Cuenca no pierde el piso, o al menos no se lo hemos visto. Habla y conecta con el público, no habla para sí mismo.
La carrera de José Fernando Cuenca Jiménez es por demás interesante. No sólo enseña y comenta ajedrez, sino que es ingeniero de caminos y doctor en matemática aplicada. Está bien leído. Y su trayectoria estaba destinada a romper el esquema tradicional de la presentación de una partida de ajedrez. Fue en contra del estado de cosas. Si se puede narrar con emoción un partido de futbol, de luchas libres y de videojuegos, la mente de Cuenca se imaginó que también lo podía hacer en el ajedrez. Pero la creatividad y la desinhibición de Cuenca sólo podían brillar si se manifestaran mediante el lenguaje, con la palabra emotiva.
El lenguaje de Pepe Cuenca: el gusto por reiventar la narración ajedrecística
El lenguaje cotidiano es un lenguaje gastado por el uso. Y lo que se usa seguido aburre. Pasamos por desapercibido el mundo cambiante si decimos lo mismo. Parafraseando a Rayden, “no es lo que decimos, sino cómo lo decimos”. Con el lenguaje también se puede revolucionar. Si Cuenca es el exorcista del aburrimiento, es porque su lenguaje reaviva, es aire fresco para nuestros pulmones. Nos pone en alerta. Nos exige asociar, a entender las analogías y las metáforas ajedrecísticas. Veamos un ejemplo. En una de sus múltiples historias que han inmortalizado a Facundo, nos dice:
“¿Quién resuelve los problemas? ¿Quién los resuelve? ¿Los resuelve el Divis? ¡Qué te va a resolver el Divis! El Divis , como mucho, te regala un mes premium si te portas bien. ¿Te resuelve los problemas tu perro? Ya hemos dicho que se caga más que un condenado en el parque. ¿Te resuelve tus problemas tu profesor de matemáticas? Si ese cabrón lo único que hace es enviarte 40 integrales para que las resuelvas en la casa. Tú buscando en Google y no encuentras ninguna. Es el Facun quien resuelve los problemas.”
En otra historia facundiana dice:
“Ya saben, ¿quién resuelve tus problemas? ¿Tu panadero? Si ese tío te da todo el día el pan echado a perder. ¿Tu terapeuta? Si acabó liándose con tu pareja, que fuisteis los dos a resolver el problema. Pues el Facun viene a resolver los problemas.”
Como sabemos, el Facun, Facundo, es el peón. Pero éste puede ser el “peón Carlitos” o metamorfosearse y convertirse en un peatón o en un perro o, quizá, en un ser fantástico:
“Le lanza al Facun. Se lo tira sin bozal. El Facun empieza a morder. ¡Gr!, ¡gr!, ¡gr!”
Y así el mundo del ajedrez poco a poco se transmuta en la narración de Pepe Cuenca. El rey tiene nombre propio: Reynaldo. El alfil es un diablillo y a veces es el supermán del tablero; el caballo es un burro o un “potróculo”. Y comienza la feria; nuevas palabras se generan y palabras viejas cobran vida de nuevo. Las jugadas intermedias ahora son “intermierdas”. Y el rey puede encontrarse “en el centro completamente en pelotas”. La imaginación del espectador, de la audiencia, comienza a rodar. Pepe quiere ser una vorágine de ideas, de emociones. Quiere comunicarnos otro mundo posible.
Son innumerables sus ideas y ocurrencias: la anaconda de Magnus, piltrafilla, “me convertí en un caniche”, el sabor a curri excepcional, “el rey de las blancas está pasando frío”… En otras de sus creativas intervenciones, nos dice:
“Ese alfil es un alfil totalmente desplazado de la acción, es un alfil triste, es un alfil al que le quitan el bocadillo en el recreo. Es un alfil al que le dan brócoli para comer en vez de unos espaguetis a la boloñesa. Ese alfil de a3 no lo quiere nadie. Es un alfil que no sirve ni pa’ pienso, ni para echarle comida a los cerdos, ni para estar escondido.”
< “Viene el peón Carlitos. Y sabes que se pone revoltoso cuando ve el centro agitado. Quiere ser el amo de la manifestación.”
Y tras el despliegue de creatividad apoteósica, todos esperan por fin la catarsis de la narración y del final de la partida con el “¡Ratatatatatatá!”.
Quieren darse una vuelta por Wikipedia y conocer más sobre Pepe, lean la biografía de Pepe Cuenca , vean una pequeña muestra de Pepe Cuenca o su cuenta de YouTube .